El régimen está claro, todo lo demás puede ser negociado menos el poder. La autora va y viene en la historia con ejemplos desgarradores mientras desnuda la situación país. Confronta la realidad de los más vulnerables frente al contraste de prosperidad; visto en estos días con la devolución del Sambil La Candelaria y los bodegones que mantienen la fantasía de mejora económica. “El proyecto se ejecuta desde el terror y coqueteando con el ‘progreso’ que no implica ni libertad ni democracia”.
Momentos para descifrar. Es importante no dejarnos sorprender por las circunstancias ni los eventos, aunque sean avasallantes. La propaganda del régimen chavista, en los últimos días, ha estado centrada en un discurso de progreso según el cual Venezuela “se arregló”. ¿Qué significa tal afirmación?, ¿en qué consiste el arreglo?, ¿se puede mencionar como “arreglo” el hecho de bancarizar los dólares que circulan en el mercado nacional?
No olvidemos que el proyecto será siempre la consolidación del Estado comunal como expresión organizativa de la revolución, como lo dicen clara y continuamente: “Se trata de un proceso de construcción de hegemonía cultural para la superación de la sociedad capitalista”, fragmento tomado del proyecto de Ley de Universidades y que se repite en cualquier documento oficial. El proyecto está claro, todo lo demás puede ser negociado menos el poder. Como país vivimos una debacle en todas las materias desde las institucionales, económicas, pasando por la violación sistemática de los derechos y la libertad, ¿cómo se repara eso?, ¿puede haber una reparación gradual que no ponga en peligro el poder ni el proyecto?
A eso apuestan. Estamos frente a una torpe bancarización del dólar, instrumentalizada a través de una cuenta custodia, bajos las normas del régimen, sin dar curso legal a las dos monedas: bolívares y dólares. Crearon un mecanismo de depósito que se alimenta del efectivo que se produce en el país cuyo origen es indeterminado, pueden ser negocios lícitos e ilícitos.
El concepto de propiedad privada no existe, el banco es receptor de los dólares, pero no garantiza al depositante su propiedad. El banco dejó de ser una entidad financiera y se convirtió en una institución que resguarda; no es más que una caja chica. ¿Esta bancarización del dólar se puede llamar apertura económica?, ¿el aumento del salario mínimo a 40 dólares mensuales se puede llamar progreso?, ¿devolver un edificio como el Sambil La Candelaria destruido en medio de una economía sin liquidez se puede llamar libertad de inversión?, ¿bodegones que nacen pero que no logran mantenerse son muestras de mejoría?
¿De qué apertura se trata?, ¿es algo como el Holodomor ucraniano, exterminio por diseño, que pudo ser escondido gracias a la hábil propaganda del socialismo soviético? Murieron más de 7 millones de personas en un año, pero el mundo no se enteró, solo los que sobrevivieron o fueron parte de la tragedia. La mentira hacia afuera, la verdad de la muerte hacia dentro.
En este sentido “el Holodomor fue silenciado en muchos países gracias al eficiente aparato de propaganda del Komintern (Internacional Comunista), que logró desviar la atención del problema y vender una buena imagen de la URSS a nivel internacional. El antiguo primer ministro de Francia y líder del Partido Radical, Édouard Herriot, viajó a Ucrania en 1933 para conocer de primera mano la situación, pero lógicamente las autoridades soviéticas le hicieron visitar granjas donde había comida en abundancia y los campesinos parecían felices. Sorprendido por el resultado de la visita, sus palabras fueron: ‘¡Pues bien, afirmo que he visto al país como un jardín a pleno rendimiento!’”. Lo leemos en un fragmento de la historia del Holodomor en National Geographic.
Toda comparación es chocante, por tanto, no comparo, tomo referencias históricas similares y las de hoy en Venezuela son cercanas a las de los oscuros años ‘30 stalinistas, en la URSS, que constituye uno de los momentos de la consolidación del sistema. Por diseño se exterminó la población, pero en el discurso y en la propaganda para el mundo fue el momento del progreso soviético. El hambre y el trabajo forzoso fueron, también, estrategias de sometimiento.
“Más de dos millones de campesinos deportados, de los cuales un millón ochocientos mil lo fue en 1930-1931, seis millones de muertos a causa del hambre, centenares de miles de muertos en la deportación: estas cifras dan la medida de la tragedia humana que fue ese gran «asalto» contra el campesinado. Lejos de reducirse al invierno de 1929-1930, esta guerra duró al menos hasta mediados los años treinta, culminando en el curso de los años 1932-1933, marcados por una terrible hambre deliberadamente provocada por las autoridades para quebrantar la resistencia del campesinado. La violencia ejercida contra los campesinos permitió experimentar métodos aplicados a continuación a otros grupos sociales. En este sentido, constituye una etapa decisiva en el desarrollo del terror stalinista”. Stéphane Courtois, 1997.
Exportaron cereales cultivados con la sangre del pueblo. En este sentido, interesa que nos quedemos con la noción del hambre como mecanismos de coacción, dominación y quiebre de la voluntad. El dato más duro en la Venezuela de hoy es el desplazamiento forzoso de cerca de siete millones de venezolanos. Un enorme destierro, más grande que el soviético, en ese período histórico, el exterminio masivo se lo ahorró el chavismo con la deportación y las muertes asociadas a ellas.
Pero antes de la consolidación del sistema, el proyecto estaba claro, mantenerse en el poder a partir del terror de masa. La troika dictatorial era clara, ¿cuántos muertos hemos tenido en Venezuela?, ¿será que cuentan tanto lo de las protestas como los muertos en reclusión y los exterminios que hemos tenido en los barrios y los ajusticiamientos por razones políticas o simplemente arbitrarias e injustas?
“Hay que formar inmediatamente una troika dictatorial, implantar el terror de masas, fusilar o deportar… Haced esto de manera que en centenares de leguas a la redonda la gente vea, tiemble, sepa y se diga: matan y continuarán matando a los kulaks sedientos de sangre. Telegrafiad que habéis recibido y ejecutado esas instrucciones. Vuestro, Lenin”. Stéphane Courtois, 1997.
La carta “afectuosa” de Lenin al comité del soviet. La guerra, el terror, el exterminio aderezado de “progreso” son las grandes contribuciones de Lenin y Stalin, quienes no fueron errores ni se equivocaron en la implementación del proyecto. El proyecto se ejecuta desde el terror y coqueteando con el “progreso” que no implica ni libertad ni democracia. Para que el socialismo se consolide tiene que escalar el dominio. Del totalitarismo no surgen sociedades idiotas ni dañadas sino dominadas, deportadas, doblegadas en su voluntad. Sociedades con una enorme impotencia, dolor y rabia, lo más lejos de la sumisión. El problema es que esto no lo han sabido interpretar la clase política, porque es más fácil culpar a la víctima.
Los soviéticos lo tuvieron muy claro, también lo tienen muy claro los que dominan el aquí y el ahora venezolano. Saben que pueden manipular. Saben que diciendo la verdad los otros (parte de la oposición) piensan que mienten o creen que pueden rectificar. La “rectificación” solo es posible mientras el poder no se ponga en peligro.
De modo que estamos en medio de una doble jugada: dulces para la oposición, para los empresarios, para las universidades, para los trabajadores y purga en las filas del poder, Lenin lo tuvo siempre muy claro: “… poner fin a toda esta blandura y a este sentimentalismo. Todos los socialistas revolucionarios de derechas deben de ser inmediatamente detenidos. Hay que capturar un número considerable de rehenes entre la burguesía y los oficiales. A la menor resistencia, hay que recurrir a ejecuciones masivas… Ninguna debilidad, ninguna duda puede ser tolerada en la realización del terror de masa”.
El país está obligado a contraerse, el sistema socialista tiene que achicar a la población por el exterminio o por la deportación-expulsión. ¿Cuántos mató el régimen soviético? Una cifra aproximada nos acerca a 20 millones de muertos sin contar los deportados o sometidos a trabajos forzosos que es otra manera de exterminar.
“Debemos atraer a nuestro lado digamos a 90 de los 100 millones de habitantes de la Rusia soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser aniquilados”. Los aniquilados fueron muchos más, territorios ocupados, deportados, campesinos sometidos al terror rojo, tal como lo declaró el propio Lenin.
La apertura totalitaria es solo propaganda. Por favor, si insisten en comparar el chavismo con la revolución soviética, háganlo ubicando el momento histórico en la consolidación socialista con Stalin, en la década de los ‘30 y no en los ‘80 con la perestroika. Estamos de entrada, no de salida.
Los invito a pensar el momento, no estamos de salida y la responsabilidad no es de la víctima. Los pueblos son más grandes que sus tragedias, entre más oprimidos mayor resiliencia, si no veamos la historia de Ucrania en el siglo XX, para irnos al momento corto. La libertad no se gana ni es un regalo, se lucha por ella, se conquista. ¡Momentos decisivos! ¿Tendremos el coraje de reconocer las equivocaciones?
*La publicación original en La Gran Aldea/opinión: ¿En Venezuela el aumento del salario mínimo a 40 dólares mensuales se puede llamar progreso? – La Gran Aldea