¿Miedo a la verdad o elegir bajo la mentira? Los autoritarismos se mantienen gracias a…
Libertad, honra y verdad, tres prácticas inseparables
“El miedo frena la libertad. Miedo a ser vigilado. Miedo a ser observado e informar. Miedo a expresar lo que piensas porque sabes que hay alguien que quiere sapear. No hay democracia, nos toca recuperarla, rehacerla, conquistarla; es un eufemismo hablar de renovación, se renueva lo que existe, lo que no, se conquista, se construye”.
En Venezuela nos debatimos entre la ausencia de libertad y el hambre. La primera es consecuencia de la segunda, ambas producidas por una tiranía que busca en todo tiempo mantenerse en el poder a expensas de la vida humana, de su libre disposición a poder comer, moverse, actuar, decir y pensar, este último es más difícil de controlar, pero hacen lo posible. Dominar la vida pública, familiar y privada.
Este camino hacia el sometimiento absoluto lo hemos venido documentando desde el Centro de Investigaciones Populares, el miedo era inicialmente el lugar de encuentro de los políticos, ahora es parte de una sustancia activa que se incorpora en nuestras comunidades. Comenzamos a temer al vecino que forma parte de las estructuras comunales que han venido colonizando nuestras comunidades. Es fácil escuchar: “… ahí viene la jefa de calle, ¡cuidado!”.
El miedo frena la libertad. Miedo a ser vigilado. Miedo a ser observado e informar. Miedo a expresar lo que piensas porque sabes que hay alguien que quiere sapear. Miedo a no comer y no poder encontrar dinero o medicamentos si te enfermas. Miedo a no poder moverte porque no hay gasolina. Miedo a no poder ser solidario con el que necesita de ti. En fin, un entorno que produce miedo en todos los sentidos, un sistema de dominación política que ha venido escalando desde lo público hacia lo privado. Desde lo comunitario hacia la vida familiar y personal. ¿Qué nombre le ponemos?
En el discurso recientemente pronunciado por nuestro maestro y poeta Rafael Cadenas, encontramos las líneas de esta tragedia, hablando de la migración europea se topa con la nuestra, la venezolana, “como ocurre a muchos venezolanos que descienden de españoles merced a la migración que los trajo a la América Latina. Hoy la desventura es inversa, aunque no a causa de guerra alguna”. Me quedo con esta expresión tan clara: no a causa de guerra alguna.
Desplazamiento forzoso, obligados a migrar y dejar atrás a la familia, al país, al trabajo, a la vida tal como es conocida, no por una guerra, ni por un desastre natural, sino por causas políticas, por eliminación de la libertad y el miedo cultivado e inoculado en las comunidades e instituciones. Sin guerra somos desplazados a la fuerza. Al 30 de marzo son más de siete millones (7.239.953) los venezolanos refugiados y migrantes en el mundo, según la plataforma R4V.
Vida comunitaria, familiar, privada e institucional u organizacional, están afectadas por la eliminación de la libertad y el sometimiento. Volviendo sobre el discurso del poeta, como ucevista agradezco haber sido nombrada por él, no lanzando flores, sino reconociendo una buena historia, pasada, lugar del y para el pensamiento plural. “En suma, esa fue la mejor época de nuestra educación. En cuanto a la Universidad Central de Venezuela, UCV, también fue su período de mayor esplendor. Afortunadamente, pese a no estar bien desde hace años, sigue siendo plural. Una que sea para adoctrinamiento deja de ser universidad”.
Subrayo, “pese a no estar bien…”, no estamos bien, la universidad viene siendo errática en sus respuestas, pero todavía conserva la pluralidad, somos profesionales formados en la democracia, la pluralidad, a pesar de la escasa libertad, la practicamos entre nosotros con la idea de poder renovar la institución que como tal ha perdido la brújula.
Como universidad no hemos atravesado el umbral que aleja la libertad del sometimiento, pero estamos ahí, en el quicio, en la delgada línea que separa un mundo del otro, porque son mundos. Seguimos sin garantías institucionales practicando la libertad y la pluralidad, nos negamos al adoctrinamiento y esa decisión nos sigue manteniendo como universidad. Una decisión personal, por amor a la libertad, más que una búsqueda institucional. Ojalá los caminos institucionales y personales logren encontrarse.
Las amplias dimensiones de la pobreza condicionan la libertad. No poder comer ni decidir qué y cómo hacerlo, es el primer paso, la vida coaccionada da paso al pensamiento condicionado y a las instituciones sometidas a la gran razón que domina y somete. La pobreza y el CLAP que la sostiene y asegura su existencia, están hechos para deshumanizar, para homogeneizar, para adoctrinar y eliminar la pluralidad de pensamiento y acción.
Como se trata de libertad, necesariamente asociada a la verdad, es importante reconocer el punto en el que estamos. La negación de la realidad nos conduce a más opresión, mantiene el sistema que logra sostenerse en la mentira. No hay democracia, nos toca recuperarla, rehacerla, conquistarla; es un eufemismo hablar de renovación, se renueva lo que existe, lo que no, se conquista, se construye. Lo mismo ocurre con la autonomía universitaria, no existe, ¿seremos capaces de pensarla y en consecuencia producirla?
El desafío está en dejar el cómodo andamiaje, dejar de fingir que luchamos en una línea continua, como si se tratara solo de sueldos y salarios, y no como lo que es: el desmontaje de la estructura universitaria, la restricción de la libertad de cátedra, la imposibilidad que tiene un profesor de desplazarse a la universidad a cambio de un sueldo miserable, es decir, 30 dólares al mes, el que más gana.
Son las comunidades las que más sufren el peso de la opresión. Sufren el peso de los gobiernos locales, sufren el peso de las distintas estructuras que mandan en las universidades, instituciones regidas por el sistema o régimen de dominación que se impone, ¿cómo se puede luchar por salarios dignos cuando la nómina es manejada y centralizada en el sistema patria? El régimen se impuso y los que mandan en la universidad no se negaron a formar parte de ese sistema, ¿cuántos profesores no tenemos el carnet de la patria? Pocos.
El discurso ha sido débil, no es mi derecho trabajar por un salario de 30 dólares al mes, no es mi deber inscribirme en el sistema patria, ni trabajar a cambio de una miseria que atenta contra la familia y contra mi propia humanidad. Los que mandan se alejan cada vez más de las bases que lo eligen. En la universidad como en el país, están los que mandan, lo que tienen poder, y los que no tenemos poder, ¿el poder de los sin poder será la salida a la dominación de aquí y acullá?, pensando desde la filosofía de Václav Havel.
La única libertad posible es aquella que se abre a la verdad y en ella radica su poder de lucha. Algunas de las referencias vivenciales las expresamos junto a los jóvenes en el artículo anterior: “la generación de la resistencia, sueños de libertad…”, ese es el gran desafío y sostén de toda esperanza. Lucha, libertad, verdad, amarradas a la resistencia nos acompañan en este camino. ¿Los que mandan en la universidad, en los partidos y los líderes de la oposición política son capaces de anotarse al desafío de pensar desde la verdad y plantear un camino en consecuencia?
Cerraré con esta cita tan bonita de nuestro poeta Rafael Cadenas: “Cervantes fue un gran defensor de la libertad. Recordaré sus palabras muy conocidas, aunque deberían difundirse más. Colocarlas, por ejemplo, en los escudos de los países. Dice don Quijote: ‘La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre’”.
Libertad, honra y verdad, tres prácticas inseparables.
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